Aunque no es un pedazo de tierra cualquiera, sino una isla deshabitada en las Bahamas con una dimensión ideal para construir un pequeño paraíso: cinco kilómetros de largo por 800 metros de ancho y una superficie de 830 hectáreas y cinco playas. El precio, sólo de compra, 12 millones de euros.
La colombiana llamó a sus amigos, los también músicos Alejandro Sanz y Miguel Bosé, para que entren al proyecto que promete ser un lujo al alcance de unos pocos. La isla, llamada Bond Cay, puede presumir de tener la mayor concentración de millonarios en invierno y podría ser el sitio perfecto para un lujoso retiro. Pero el plan de este grupo de músicos es “crear algo más que un retiro para ricos”, según declaró hace unos días Alejandro Sanz.
Y en efecto, habrá un gran hotel, departamentos de lujo y todas las comodidades, pero también una escuela para que los nuevos talentos tengan oportunidad de demostrar y crear. Aún son pocos los detalles que han transcendido del proyecto pero el empresario de Miami Alberto Rubinstein –que también participa en esta iniciativa– tiene más datos.
“No se trata de tener 200 lanchas motoras y un campo de golf de 18 hoyos, es mucho más que eso –dijo–. Es un proyecto más vinculado al arte y la cultura que a la especulación inmobiliaria. La isla será como una explosión de los sentidos”. La idea, según Sanz, es que la parte comercial cubra los gastos de la parte artística.
La construcción del complejo, en la que participan prestigiosos arquitectos, comenzó a mediados de 2007 y en un par de años los músicos que lo deseen podrán reservar su plaza.
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